El laberinto del patrimonio cultural en una gran ciudad

17.04.2013 22:18

 Citando la obra del arqueólogo Schávelzon, se presentará una realidad triste pero cuyo conocimiento es menester.

 Quizás sea la tendencia de hace un siglo a demoler la arquitectura colonial española para dar paso al progreso, o simplemente la inconsciencia que por desgracia acompaña al crecimiento poblacional, pero la Buenos Aires regia que veíamos en 1910 corré peligro diariamente, quizás sea una simple herramienta usada por malas gentes para convencer a los incrédulos de que se hace algo.

 Un caso particular de lo que llamaremos "inconsciente colectivo" podemos verlo en uno de los lugares más transitados de la ciudad. Es el caso del edificio ubicado en la intersección de las calles Corrientes y Florida, conocido como residencia Elortondo-Alvear. Este palacio neogótico, estilo escaso en la ciudad (otro ejemplo destacable y también en avanzado deterioro es el del colejio San José, en Once), fue construido en la década de 1870. Si bien durante todo el siglo XX se le hicieron reformas, ninguna fue tan grande y desastrosa como la de 1994, emprendida por la hamburguesería estadounidense Burger King, que acabó con la mayoría de la ornamentación de la fachada, aunque conservó parcialmente los interiores ¿El motivo de la destrucción? Tristemente no podemos explicarlo las personas razonables.

Antes y después.

 Como si fuera poco, hace pocos años, difícil saber si por incompetencia o por una verdadera aversión al arte, varios sectores de frescos de las habitaciones del primer piso fueron cubiertos con pintura verde (color del fondo de las obras afectadas).

 Otros ejemplos del desconocimiento del patrimonio paisajístico y arquitectonico por parte de la ciudadanía se evidencian en los barrios de Palermo y Belgrano, donde residencias italianizantes, normandas, Túdor, Reina Ana, etcétera, son demolidas constantemente u ocultadas (cual la magnífica mansión de José Hernández, sita en la avenida Luis María Campos). Podemos tomar como máximo exponente de esta promiscuidad a la avenida Cabildo; allí la rienda suelta dada a la colocación de propagandas y la ignorancia han formado una simbiosis, destruyendo un importante paseo porteño, basta recorrerla unas cuadras para ver carteles obscenos del tamaño de casas, o antiguas residencias convertidas en carteleras.

 

 La avenida Cabildo en el tramo Juramento-Blanco Encalada a principios del siglo XX y en la actualidad.

 Lo expuesto anteriormente debe ser erradicado, sin duda, por el Gobierno de la Ciudad; lo negativo es que este último pareciera trabajar por su perennidad, y así lo demuestra al cancelar la instalación de un museo en la casa del compositor Juan de Dios Filiberto, al permanecer en silencio cuando quiere construirse una torre de sesenta metros junto al convento de Santa Catalina de Siena, al construir veredas de porlan en el centro mismo de la "Reina del Plata", al levantar adoquinados (que permiten el drenado rápido del agua), y reemplazarlos por el inferior asfalto, lo que aparte promueve un mayor tráfico automovilístico, al mandar a hacer, en las últimas reformas de la línea A de subterráneos, graffitis, un grave problema de nuestra capital, empero haber dado de baja vagones que, a pesar de tener un siglo, funcionaban perfectamente.

 

 No es tarde para revertir los males que, reflejados en Buenos Aires, han azotado al país durante décadas. La razón y la humildad son importantísimas cualidades del hombre, construyamos, pués, y empezando por nuestra deteriorada escuela, para poder alcanzarla.

© 2010 Todos los derechos reservados.

Crea una página web gratisWebnode